La gestión de nuestro planeta es sin duda uno de los retos más importantes a los que nos enfrentamos hoy como especie humana. Es un asunto que requiere toda nuestra atención y energía porque el futuro de nuestro planeta y de todos sus habitantes depende de cómo abordemos esta tarea. Una parte fundamental de este reto es la necesidad de un cultivo sostenible en los campos, donde el suelo desempeña un papel crucial e insustituible. Se trata de un ámbito que requiere innovación, nuevos planteamientos y estrategias.
Entendemos que el suelo no sólo es la base de nuestra agricultura y una fuente fundamental de nutrientes para las plantas, sino también el hogar de miles de millones de microorganismos que contribuyen a mantener su fertilidad y la salud general del ecosistema.
Un conocimiento más profundo del suelo y de sus necesidades es clave para saber cómo podemos gestionarlo para mantener su sostenibilidad y productividad. Cada suelo tiene una estructura, composición y pH únicos que influyen en qué plantas se desarrollan mejor en él. Cultivar plantas ideales para un determinado tipo de suelo puede reducir significativamente la necesidad de fertilizantes y pesticidas químicos. Esto no sólo supone un ahorro económico, sino que también protege el suelo y el ecosistema circundante de los efectos negativos de los productos químicos utilizados.
Otro elemento clave de la gestión sostenible del suelo es la rotación de cultivos. Cambiar regularmente los tipos de cultivos en el campo puede ayudar a prevenir enfermedades y plagas especializadas en determinadas plantas. De este modo, es posible reducir la dependencia de los pesticidas al tiempo que se mejora la salud y la fertilidad del suelo.
El suelo es un ecosistema vivo lleno de microorganismos esenciales para la descomposición de la materia orgánica y la liberación de los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas. El uso de compost y otros fertilizantes orgánicos puede favorecer la salud de estos microorganismos y mejorar la estructura y la fertilidad del suelo.
Igualmente importante es el aspecto de proteger el suelo de la erosión. Existen diversas estrategias para abordar este problema, como los cultivos de cobertura, el aterrazamiento o la reducción al mínimo de la labranza, que pueden ayudar a mantener el suelo en su sitio incluso con fuertes lluvias o vientos.
El proyecto InnoCSA pretende promover estas y otras prácticas sostenibles que buscan preservar y proteger nuestro suelo. Creemos que la gestión sostenible del suelo es clave para la salud a largo plazo de nuestro planeta y de los sistemas agrícolas. Como tal, es uno de los retos más importantes a los que nos enfrentamos hoy en día.